5 de julio de 2008

Los primeros días

Y casi mes y medio después de ir a recoger a Aladar en Tallin (Estonia) escribo el siguiente post.
Primero de todo, me gustaría dar las gracias a Kasia y a Eero de la cattery Heart's Choice (en estos casos tengo que utilizar el término inglés ya que o me gustan nada los castellanos "criadero" y "gatería",...creo que llevan consigo connotaciones que no se corresponden con la realidad de muchas "amateur cattery", como es el caso).
El viaje fue algo accidentado, ya que perdí el vuelo escala en Riga (Letonia), pero como no hay mal que por bien no venga,....tuve la suerte de hacer el trayecto Riga-Tallin en taxi; fue un poco como Paseando a Miss Daisy por la antigua unión soviética. 400 km en coche por carreteras desiertas, paisajes maravillosamente verdes y una de las mejores puestas de sol que he visto nunca.
Al llegar, allí me esperaban Kasia y Eero, de quien tengo que alabar su trato y su profesionalidad (todo y ser su primera camada). Me recibieron como a una amiga y en eso me he convertido. Todo fue muy fácil, y el viaje de vuelta también resultó placentero, ....probablemente por la sensación de haber conseguido un sueño, y de llevarme a casa una preciosidad como la que es Aladar.


Una vez en casa, empezó lo más difícil: el encuentro entre Cleo y él. Evidentemente, había leído y me había asesorado muchísimo en como entrar un nuevo gato en el reino que era, hasta entonces, para Cleo mi casa.
Primero deberían acostumbrarse al olor del otro, y en el momento en el que ya no se pusieran violentos a ese olor estraño, se podrían ver por primera vez. Esto se produjo al tercer día.
Se vieron pero no se gustaron. Lo que hice para que empezaran a tolerarse y a convertirse en compañeros de piso, fue jugar con los dos a la vez, con ratones de peluche y plumeros de colores. Pasé todas las tardes de una semana entera jugando con los gatos, acababa agotada, pero al fin lo conseguí.
A la semana de que Aladar entrara en casa, él y Cleo se convirtieron en amigos inseparables; ella no se cansa jamás de lamerlo, y él no se cansa jamás de dejarse querer.

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